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Arte contra la xenofobia

La colombiana Orfelia, diseñadora de modas y analista clínica pero
actualmente empleada en el servicio doméstico, ha aprendido a ser más consciente
de lo que significa emigrar. También ha redescubierto el dibujo como una
excelente terapia. En cambio, Diego, un ecuatoriano afincado desde hace cuatro
años en Sant Cugat, casado y con hijos, vive estos encuentros como una jornada
para "aliviarte del estrés acumulado, desahogarte y empezar de nuevo sin tanta
carga". Mientras que Carmen, también latina, se ha descubierto como una artista
intuitiva y como una mujer que cada día aprecia más su identidad.

Estas sensaciones confluyen en unos talleres de arteterapia para
inmigrantes y autóctonos que se organizan en Barcelona y Sant Cugat y que forman
parte de un proyecto europeo de investigación en el que también participan
ciudadanos de Atenas, Praga y Florencia. Con el respaldo de la Universidad de
Génova y el Instituto Universitario de Arteterapia de Nürtingen (Alemania),
Colores - como se llama la propuesta- propone un diálogo intercultural que nace
en un taller de artes visuales conducido por expertos en arteterapia y
mediadores culturales, en el que inmigrantes y autóctonos trabajan en conjunto y
experimentan con formas artísticas de comunicación como la pintura, la
escultura, la fotografía y las artes gráficas.

"El objetivo es conocer al otro y romper barreras para evitar el
racismo y la xenofobia, o sea, queremos evitar el miedo al diferente y acercar
las culturas", detalla Alfonsina Echenique, arteterapeuta argentina que coordina
el taller de Sant Cugat. La coordinadora del proyecto en España, la alemana Eva
Marxen, también arteterapeuta, describe la arteterapia como "una técnica
terapéutica en la que la persona puede comunicarse mediante procesos y
materiales artísticos que facilitan la expresión y la reflexión". Marxen la
considera muy útil en un campo como el de la inmigración porque "puede facilitar
el diálogo entre culturas cuando hay problemas con el idioma o cuando todavía
hay cosas que no se pueden expresar con la palabra".

El proyecto consta de dos etapas. En la primera, inmigrantes y
autóctonos trabajaron por separado en dos grupos de 15 personas tanto en Sant
Cugat como en Barcelona. Una vez por semana, y tras un debate sobre asuntos
ligados a la inmigración, se crearon obras artísticas. Helga Flantermesky,
mediadora cultural del Ayuntamiento de Sant Cugat, constata que el taller "rompe
el mito de que la inmigración es homogénea; rescata las vivencias personales y
es sanísimo recuperar la identidad propia".

Los autóctonos son mayoritariamente universitarios o profesionales
relacionados con la psicología, la educación o con la mediación cultural. Los
inmigrantes han sido seleccionados por el Sappir (servicio de atención
psicológica y psiquiátrica a inmigrantes y refugiados) de Barcelona, así como en
diferentes asociaciones de la ciudad y de Sant Cugat. La mayoría son mujeres, de
perfil cultural alto y trabajadoras, y proceden de Latinoamérica, el Magreb o
los países del Este.

En la segunda fase, que empezó en septiembre, se trabaja en un solo
grupo. Las obras, si los autores dan permiso, formarán una muestra itinerante
que recorrerá varias ciudades europeas para divulgar el proyecto. Las dos
universidades implicadas analizarán los resultados de la arteterapia para, según
Marxen, "transferir ese método de trabajo a otras organizaciones".

LA VANGUARDIA DIGITAL
PALOMA ARENÓS - 26/09/2005
Barcelona

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