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La Girona del brazo en alto

Si hay una foto de Girona que algunos han deseado durante años que
no existiera, ésa es la de Francisco Franco y Carmen Polo bajando el 17 de mayo
de 1960 por las escaleras de la catedral de Girona. Flanqueando su paso, con el
brazo en alto, se ven personas conocidas. Hasta 1977 fue un honor. Luego no les
hizo ninguna gracia verse en la foto, mil veces reproducida. El autor es Narcís
Sans, fotógrafo oficial del régimen en Girona, primero, y cámara oficial de TVE,
después. La hizo durante la visita que efectuó el Caudillo a Girona,
aprovechando una estancia barcelonesa que quedó un poco aguada por los Fets de
Palau.

Había visitado la ciudad en dos ocasiones anteriores, el 29 de enero
de 1942 y el 12 de junio de 1949. Pero la última es la que ha quedado
inmortalizada en esa foto grandilocuente, que guarda un claro paralelismo con la
litografía que se hizo de la salida del tedeum en la catedral de Girona del rey
Fernando VII, bajo palio, a su regreso de Francia, el 25 de marzo de 1814.

Quedan ya muy pocos de los que salen en aquella foto y de los que
más abajo le esperaban con pancartas. Sólo han pasado 45 años, muy pocos para la
historia, pero demasiados en la vida de una persona. Veinte más han transcurrido
desde que se hizo pública en la prensa una lista de los militantes en Girona de
FET y de las JONS que habían apoyado la sublevación franquista durante la guerra
civil. El catedrático de historia Jaume Sobrequés, director del Museu d´Història
de Catalunya, acaba de rescatarla del olvido en un curioso libro que hará las
delicias de los interesados por aquellas cosas que en Girona todo el mundo sabe,
pero nadie dice.

El libro se titula simplemente 1941 y es la narración detallada de
las oposiciones que tuvo que pasar en Madrid Santiago Sobrequés, padre del
autor, para obtener la plaza de catedrático de instituto. Sólo ese aspecto ya
resulta interesante, porque se pone de relieve la telaraña en la que el opositor
debía sumergirse para obtener algún resultado positivo. Jaume Sobrqués ha
complementado esa narración, basada en la correspondencia de su padre, con una
crónica de sucesos bélicos de la Segunda Guerra Mundial y, lo que es más
interesante, algunas curiosidades gerundenses de la época. Una de ellas es esa
lista de falangistas locales, convocados en la prensa la semana entre el 21 y el
28 de octubre de 1941 para entregarles el carnet definitivo que les acreditaba
como militantes.

Sobrequés presenta la reproducción de la lista con esta frase
irònica y lapidaria: "Es justo evocar el nombre de aquellos grandes patriotas
que sobrevivieron a una guerra cruel luchando en el bando vencedor".

Son cien nombres entre los que figuran personas todavía vivas,
algunas de las cuales realizaron exitosamente, al final del franquismo, el paso
desde el acendrado patriotismo falangista al más ardiente patriotismo
catalanista, mientras que otras se han mantenido fieles a las esencias de los
tiempos del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat. No son apellidos de
funcionaros llegados de fuera, sino de claro origen catalán, vinculados a las
buenas familias gerundenses, cuyos descendientes perpetúan las costumbres
matrimoniales endogámicas y la ocupación de puestos clave en las instituciones y
corporaciones. Una lista para leer sin prisa y para ir situando cada nombre en
el mapa ciudadano. Una lista que resume medio siglo de historia y explica por
qué son como son muchas de las cosas que ahora definen el funcionamiento de
Girona.

Otro historiador gerundense, Josep Clara, ya cuantificó e hizo
públicos los nombres clave de la Falange en Girona en su libro El partit
únic,publicado hace cinco años. En su relación de mandos, los apellidos que
aparecen tienen un carácter completamente diferente de los de militantes de base
ahora resucitados por Sobrequés, pues en aquella los apellidos autóctonos se
mezclan con los forasteros. Y los autóctonos corresponden a personas que
ocuparon luego puestos clave en las instituciones franquistas y eran ya de
sobras conocidas.

Lo interesante de la lista de Sobrequés es que son nombres que, por
no haber ocupado cargos públicos después de la guerra, fueron perdiendo la
significación que tuvieron en los primeros años para difuminarse poco a poco en
la misma niebla que hizo posible la transición. Pero como él mismo indica, no
formaban parte de la legión de arribistas que se apuntaron a Falange en el
entusiasmo de los primeros momentos y que fueron abandonando la militancia tan
rápidamente como la habían adquirido. No son esas gentes de aluvión que buscaban
sacar algún provecho del uniforme, sino las que definen la Girona fervientemente
franquista. Entre ellos los hay de triste recuerdo, pero también algunos de los
que aceptaron encuadrarse en Falange como una forma de ayudar a salvar lo
salvable o de ayudar a los que podían necesitarlo. Se olvida con frecuencia que
la posguerra estuvo marcada tanto por la solidaridad como por los deseos de
venganza. El mismo Sobrequés explica en este libro que el expediente de
depuración de su padre, que le permitió salir del campo de concentración,
"contiene avales de un notario y de un industrial impresor que habían sido
admitidos provisionalmente a FET y de las JONS". Este libro pone en evidencia
una vez más la inexactitud de aquella imagen que algunos se esfuerzan todavía en
presentar de una Catalunya, país sometido, donde no era posible que existieran
partidarios de Franco, o al menos no en una cantidad demasiado considerable. Los
hubo, y muchos más de los que refleja determinada bibliografia.

Tres años de guerra, de hambre, de persecución religiosa, de
incautación de propiedades y de centenares de crímenes impunes arrojaron muchas
familias a los brazos de lo que se anunciaba como el ejército salvador.y luego
resultó incapaz de terminar con el hambre, se convirtió en autor de nuevas
incautaciones y fue responsable de una represión institucional equivalente a la
de los incontrolados de la guerra.

LA VANGUARDIA DIGITAL
JAUME FABRE - 14/03/2005

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