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Desesperación a las puertas del CETI en Melilla

El desbordamiento que se vive en el interior del CETI desde la
semana pasada empieza a tener sus primeras consecuencias.

Una hilera de mantas colgadas en uno de los laterales del
centro constituye la única protección de la que disponen medio centenar de
inmigrantes que viven a la intemperie hasta que el CETI cuente con una plaza
para ellos. Con esas mantas y algunos cartones se protegen de los azotes del
viento de poniente y de la tierra que trae consigo.

Envueltos en polvo y arena, algunos se quejaban ayer de que ni
siquiera tenían agua o jabón para ducharse y asearse.
"No hay plazas en el CETI". Es lo único que escuchan y la
frase que les desespera. Llevan cinco días en esta situación y confían en que
"alguien se acuerde de nosotros". La mayoría son subsaharianos y también hay
cinco asiáticos.

Delegación de Gobierno asegura que "se les está atendiendo en
la medida de las posibilidades del centro", que ahora soporta la mayor
saturación desde 2004 con más de 800 inmigrantes en su interior, incluyendo
bebés, para 480 habitaciones a las que se añaden cien plazas de las tiendas de
campaña del Ejército que se instalaron el año pasado ante un caso de emergencia
que todavía se prolonga.

Un inmigrante camerunés asegura que algunos compatriotas suyos
del interior del CETI les llevan ropa y algo de comida que logran guardar de sus
raciones diarias.

Otros voluntarios, como los miembros de la Iglesia Evangelista
Bautista, también les ayudan en la medida de sus posibilidades.

Desde hace tres días, acuden al exterior del CETI con una una
olla de cocina industrial llena de comida que la reparten en platos de plástico
entre todos los inmigrantes.
"Es lo único que podemos ofrecerles", afirma Francisco Casquet
Arrabal, miembro de esta congregación religiosa. Reconocen que las necesidades
de estos inmigrantes son muchas, por ejemplo, ropa y un lugar donde dormir
porque ahora sólo se pueden guarecer con pocas mantas y cartones.

Algunos de estos inmigrantes no entienden lo que están
viviendo. "Venimos de Marruecos donde lo hemos pasado muy mal, nos han
perseguido, teníamos hambre, sed, frío, paludismo y ahora, estamos en España, y
seguimos en la calle", aseguran. Piden "ayuda urgente" porque quieren terminar,
de una vez por todas, "con esta vida de pesadilla que nunca acaba".

Los inmigrantes duermen sobre cartones y refugiados bajo
algunas mantas

Melilla Hoy
Por : Sara Sanz

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