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Casares(Malaga) homenajea a sus fusilados de la guerra civil que están en fosas comunes

«Por lo menos ya están recogidos», comentaba ayer una mujer de 88
años, familiar de uno de los 44 fusilados que hubo en Casares en 1937 y que
permanecen en dos fosas comunes de la localidad. El pueblo casareño, después de
que el pasado enero se aprobara por el pleno de la corporación municipal dar un
reconocimiento moral a sus víctimas de la guerra civil, homenajeó ayer a los
fusilados de la guerra por el bando nacional con el levantamiento de dos
monumentos en los dos parajes en los que se sucedieron los hechos hace ya 68
años.

Los vecinos de Casares siempre se han manifestado en contra de mover
los restos de sus familiares, por ello fue aceptada por unanimidad la propuesta
municipal de levantar en su recuerdo dos monolitos en el que se detallen los
nombres y apellidos de los fusilados.

Nombres y versos

El Cerro de la Horca y Arroyo Marín son los lugares donde se
encuentran las fosas comunes y donde ayer, el alcalde del municipio, Juan
Sánchez, descubrió los monumentos con los nombres de todas las personas que
yacen en cada uno de los parajes y con unos versos del poeta Miguel Hernández:
«Aquí estoy para vivir, mientras el alma me suene, y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue». Las esculturas son obra del artista malagueño Rafael
Salvatierra.

A las diez y media de la mañana tuvo lugar el primero de los
homenajes, en el Cerro de la Horca, donde el 17 de febrero de 1937 fusilaron a
nueve hombres de entre 28 y 52 años. Decenas de personas, todos ellos hijos,
nietos, e incluso biznietos, de los fusilados, acudieron al lugar, con unas
privilegiadas vistas del término municipal, para, en un sencillo acto,
homenajear a los caídos y depositar flores en honor a su memoria.

Más multitudinario fue el homenaje en Arroyo Marín, donde se ubica
la fosa común con 34 personas de entre 18 y 70 años, 13 de ellas eran mujeres.
El 5 de mayo de 1937 se produjo el fusilamiento de estos casareños en una curva
de obligado paso para llegar hasta la localidad. Bajo un árbol yacen sus restos.

«No iba a venir...»

Ayer el lugar estaba cubierto de pétalos de rosas y algunos hijos de
los que allí yacen (que ya superan los 70 y 80 años de edad) no podían reprimir
las lágrimas de emoción, pues fueron testigos directos y también víctimas de los
desastres y matanzas que se produjeron en la guerra civil española. «No iba a
venir, pero le he echado fuerza de voluntad y aquí estoy, por ella», apuntaba
ayer una emocionada mujer, familiar directo de la mujer más joven que yace en la
fosa común de Arroyo Marín. Ninguno de los allegados allí presentes, ni el
propio investigador de la memoria histórica de Casares, que comentaban ayer los
hechos ocurridos en 1937, quisieron ayer que se les nombrara, pues era un día
para el reconocimiento y dignificación moral de los vecinos caídos. «Sólo digo
una cosa, que los jóvenes que se están criando ahora no pasen jamás por lo que
nosotros pasamos entonces», deseó una casareña de 78 años, familiar de uno de
los fusilados en 1937.

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