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¿Un problema de orden público?

VILLAVERDE // EL ESTALLIDO SOCIAL EN ESTE BARRIO MADRILEÑO EVIDENCIA LA MARGINACIÓN Y LA POBREZA

Los hechos sucedidos en el distrito de Villaverde son un toque de advertencia sobre la extensión de la xenofobia y del racismo en el Estado español, como lo fueron con anterioridad los episodios de Can Anglada (Terrassa), El Ejido (Almería) o Totana
(Murcia).
En el caso de Madrid, el modelo de desarrollo desequilibrado, propiciado por el actual alcalde Alberto Ruiz-Gallardón y con anterioridad por Álvarez del Manzano, ha provocado que varios distritos del sur y este de Madrid hayan carecido de planes específicos de empleo y desarrollo. Muchos de ellos se han convertido en guetos marginales, con altos niveles de exclusión social y concentración de población inmigrante (el precio de la vivienda en Villaverde era hasta hace poco de los más bajos de Madrid) en porcentajes muy superiores a los de otros distritos de la ciudad. Según el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González,
lo sucedido en Villaverde no es más que “un problema de orden público, de seguridad ciudadana”. Para sorpresa de los políticos locales, es la madre del menor asesinado
la que ha tenido que insistir en que “influyen factores socioeconómicos, educativos y la masificación de inmigrantes” en el aumento de la delincuencia en este distrito.
Durante los últimos partidos de fútbol en el Santiago Bernabéu, se han podido ver pancartas entre los sectores ultras con lemas como “Nos matan, justicia para España” o “Defendámonos contra el racismo antiespañol”.

Racismo en alza
Hechos como éstos justifican que la Comisión Europea contra el Racismo y la intolerancia (ECRI, institución dependiente del Consejo de Europa) esté desarrollando una evaluación del racismo en el Estado español. El rechazo hacia los inmigrantes creció del 8% al 32% en los últimos ocho años, según datos del CIS. Diversos analistas consideran que en estos momentos se dan ya las condiciones necesarias para el surgimiento de una fuerza política xenófoba (son cada vez más las candidaturas municipales xenófobas, las páginas web racistas y violentas, y la recluta de neonazis entre los jóvenes de clases medias y populares), así como un incremento sustancial de la violencia de tintes xenófobos. La difusión de películas, videojuegos y juegos de rol por parte de editores de ideas xenófobas, y la presencia
notoria en la mayoría de los campos de fútbol de estos grupos configuran el mapa estratégico del odio, que encuentra en las actuales circunstancias internacionales un buen momento para su extensión.

Empezamos en San Cristóbal en el mes de octubre, donde un accidente de tráfico (un atropello) sirvió de detonante para lanzar una campaña de alarma social por el
nivel de violencia que existía en las calles de este barrio. En aquella ocasión, como ahora, cobraron especial relevancia los orígenes del conductor (inmigrante) y de la persona fallecida (española). Esta vez ha sido una pelea con navaja.
De todas formas, que la información que se esté dando sea exagerada y que se ponga el énfasis del conflicto en el problema racial (pero sólo si la víctima es española), olvidando otros aspectos, no quiere decir que no existan problemas de
convivencia en Villaverde. Es un distrito con 141.000 habitantes distribuidos en seis barrios de origen obrero que está viviendo una importante transformación, tanto por el cambio de población como de actividades económicas en los antiguos cinturones industriales (actualmente se está viviendo el problema del cierre de la Renault en el distrito). Villaverde es el tercer distrito con la Renta Disponible Bruta
per cápita más baja, 8.674 euros (frente a los 12 768 de media en Madrid), y registra una tasa de desocupación laboral del 19% frente al 15% de media en Madrid. Los datos de vivienda (calidad y masificación) y educación (en especial en formación
universitaria) también están por debajo de la media de la ciudad. Estos datos, de 2000 y 2001, no tienen en cuenta el efecto de la llegada de población inmigrante al distrito en los últimos 5 años. Si de 1991 a 2001 se pasa de una población
censada de inmigrantes de 376 a 5729, en 2005 residen 21.948. Esta población se encuentra en su mayoría por debajo de los 45 años y ha producido un efecto rejuvenecedor en el distrito. El precio de la vivienda y los problemas de trabajo hacen que el aumento del censo en términos generales en el distrito contraste con el descenso de población española, que prefiere alejarse hacia el sur en busca de mejor vivienda.
Esto provoca que la sensación de cambio en el distrito sea mayor, porque en los colegios, institutos y los espacios públicos (habitualmente ocupados por niños y
jóvenes) la proporción de inmigrantes es mayor. Si a los problemas ya mencionados del distrito, les añadimos el efecto ‘invasión’ que se vende en los discursos de los medios y de varios partidos políticos, ya tenemos un culpable, un chivo expiatorio
para todos nuestros males. No debemos olvidar que no es la primera vez que surgen problemas de convivencia en Villaverde, la generación de la heroína o los realojos
de población gitana en algunos de sus barrios también provocaron conflictos importantes en su época. La diferencia ahora es que se recubre todo de un discurso nacionalista, de identidad patriótica muy peligroso. Es curioso ver cómo varios
chavales de diferentes nacionalidades se pueden pasar toda la tarde jugando juntos al ping-pong o al fútbol, y divirtiéndose, pero luego a la hora de buscar su grupo donde poder identificarse, lo hacen con los de su misma nacionalidad y los discursos que mantienen en muchos casos contradicen sus actuaciones individuales. La aparición
de panfletos y carteles del partido fascista y xenófobo Democracia Nacional, haciendo un llamamiento a la identidad patriótica frente al ‘invasor’ aprovecha este caldo de cultivo para encizañar más el ambiente.
Es posible que en alguna de las últimas manifestaciones haya venido alguno de sus miembros para provocar disturbios y que éstos hayan actuado de detonante, pero
no creo que se pueda simplificar que el problema viene generado desde fuera. La situación es delicada, y ahora resultaría muy sencillo dar un origen xenófobo a problemas derivados de la situación económica, social y laboral del distrito.
Las administraciones reaccionan ante estos acontecimientos como era de esperar. Les entra la prisa por hacer algo visual que tranquilice a la población. Empiezan a manejar discursos donde aparecen palabras como interculturalidad, desarrollo comunitario, trabajo en red, que se traducen en planes. Planes hechos sin contar con el tejido asociativo, donde intervención comunitaria significa dar bastantes recursos a empresas de iniciativa social ajenas a los barrios para llevar
a cabo planes de intervención de seis meses o un año.
Es necesario que se dé estabilidad a los proyectos socioeducativos del distrito contando con las entidades que trabajan en los distintos barrios reforzando su labor, que mejoren las condiciones laborales y la situación de la vivienda para que
problemas derivados de la convivencia no se conviertan en una cuestión de xenofobia.

DIAGONAL Nº7
Decio Machado
Redacción

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