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Monumento incómodo

Peter Eisenman, el prestigioso arquitecto estadounidense
responsable de diseñar y construir el monumento a las víctimas del Holocausto
inaugurado ayer en Berlín, considera que el sitio "no puede ser solamente un
lugar de recogimiento y silencio".
El presidente del Parlamento federal --Bundestag--, el
socialdemócrata Wolfgang Thierse, es de la misma opinión y cree que el objetivo
fue "hacer un monumento incómodo, controvertido y provocador para ir a la
cuestión de fondo: el racismo y el antisemitismo".
Tal vez por eso, el memorial del Holocausto no ha sido ubicado
ni mucho menos en un rincón oculto; los 2.711 bloques de hormigón que lo
componen han sido dispuestos en un espacio de casi 20.000 metros cuadrados junto
a la puerta de Brandenburgo, cerca del búnker donde se suicidó Adolf Hitler.
El lugar formó parte después de la frontera de la extinta
República Democrática de Alemania (RDA), es decir, de la línea de la muerte
donde fallecieron muchos de los que intentaron cruzar hacia el oeste. El
monumento no tiene lugar central ni puertas de entrada. Debajo de los bloques de
hormigón --cada uno pesa cerca de ocho toneladas-- se halla un centro de
información sobre la persecución de los judíos que llevó a cabo la Alemania
nazi.

El peor crimen
El debate y la crítica comenzaron al poco de surgir la idea,
en 1989, unos meses después de la caída del muro de Berlín. El proyecto fue
impulsado por un grupo de intelectuales y por integrantes de la comunidad judía.
"Respetable, pero gigantomaníaco", señaló el entonces canciller alemán, Helmut
Kohl.
¿Por qué un monumento que sólo recuerda a los judíos y no a
los políticos, los gitanos, los homosexuales, los minusválidos, los niños
asesinados por los nazis con fines experimentales? "No los hemos olvidado, se
recuerdan también en otros lugares, pero aquí se subraya el intento de
exterminar a los judíos, de borrar de la faz de la tierra a todo un pueblo, lo
que representa el peor crimen cometido por los nazis", asegura Thierse.
Una responsabilidad que "es parte de la identidad alemana",
según ha declarado el presidente alemán, el cristianodemócrata Horst Köhler.
Para el mandatario, el memorial del Holocausto en Berlín es una expresión de la
voluntad de "no olvidar y de impedir que vuelva a repetirse un horror
semejante". El canciller alemán, Gerhard Schröder, también se muestra firme en
este punto. "No queremos y no permitiremos --señala-- que la injusticia, la
violencia, el antisemitismo, el racismo y la xenofobia tengan una nueva
oportunidad".
Sin embargo, lejos de desaparecer, los problemas a los que se
enfrenta Alemania en este terreno parecen agudizarse con el paso del tiempo. El
presidente del Consejo Judío de Alemania, Paul Spiegel, no se cansa de repetir
que "el antisemitismo está latente" y reclama la unidad de los partidos
políticos "para hacer frente a la extrema derecha".

Con las leyes
En efecto, los ultraderechistas ganan posiciones en los
parlamentos del país y demuestran su poder en las calles protegidos por la
policía, que refleja casi siempre un mayor interés en cargar contra los
militantes de izquierdas que intentan impedir las manifestaciones de los ultras.
El intento de los nazis de ocupar la puerta de Brandenburgo y
manifestarse junto al monumento del Holocausto el día de la capitulación alemana
sólo pudo ser frenado a última hora; una nueva ley que impide la presencia de
simpatizantes nazis en las cercanías de monumentos que rindan tributo a las
víctimas del Holocausto o de los antiguos campos de concentración salvó a
Alemania de la vergüenza.
Si los nazis llegaran a ingresar al monumento y quisieran
estropearlo con sus consignas, se llevarán una buena sorpresa: las columnas
están protegidas con una sustancia especial que les impedirá hacerlo.
Mucho mayor será la sorpresa que se llevarán aquellos que
pregunten dónde se fabrica la sustancia milagrosa. El líquido es elaborado por
una filial de Degusta, heredera de la empresa que en la época del
nacionalsocialismo suministró el gas Cyklon-B que fue utilizado en las cámaras
de gas donde fueron asesinados millones de judíos.
Ironías del destino.

El Periódico
mi.11 may. 2005
GONZALO CÁCERES
BERLÍN

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