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Hora de perder el miedo

Jing Jang es el nombre ficticio de una joven inmigrante china. Tiene 27 años y hace siete llegó a España, como tantos otros compatriotas suyos, engañada por las mafias de su país. Tras librarse de ellas hace tiempo, ahora se ha decidido a contar a EL PERIÓDICO cómo operan esas redes mafiosas y las condiciones a las que someten a muchos de sus paisanos.
El reciente fallecimiento de un inmigrante chino en un almacén de Badalona ha empujado a Jing Jang a explicar la situación. «Es hora de perder el miedo y denunciar a estas mafias para que no puedan actuar como hasta ahora», dice.
Cuenta esta joven, que trabaja para un ayuntamiento barcelonés como mediadora social, que el 80% de los chinos que llegan a Europa proceden de la región de Fu Jian y de una población llamada Qing Tian. Ambas están en el sureste de China, cerca de Shanghai, en la zona más pobre del país.

Futuro fuera del país
«A muchos ciudadanos de esta zona se los llevaron en el siglo XIX a Estados Unidos para construir el ferrocarril. Desde entonces siempre han emigrado para buscar una
vida mejor, y los niños, por ejemplo, ya ni se plantean estudiar; sólo quieren aprender un idioma extranjero porque saben que su futuro está fuera del país», relata. «Esto hace que muchos inmigrantes no tengan un nivel cultural alto y las mafias lo aprovechan». Los grupos mafiosos les prometen un trabajo, papeles y una vida mejor, «pero cuando llegan aquí se encuentran que no tienen papeles y que deben trabajar muchas horas para pagar la deuda». El viaje cuesta ahora unos 100.000 yuanes (10.000 euros), cuando hace 15 años las mafias pedían sólo 4.000 euros.
Hace años los inmigrantes debían recorrer a pie la mayor parte del viaje.
En la actualidad llegan en barcos o aviones y consiguen entrar con documentación
falsa o que consiguen en consulados y embajadas europeas «comprando a funcionarios
corruptos». «Conozco un restaurante que sólo buscaba dos trabajadores, pero consiguió papeles y contratos para más de 40», asegura.
Otra manera de traer inmigrantes es con falsas reagrupaciones familiares y haciéndoles pasar por parientes de los que están en Europa, aprovechando las dificultades de los occidentales para identificar correctamente a los asiáticos.
Cuando llegan, los inmigrantes son obligados a trabajar en condiciones inhumanas. «18 o 20 horas al día. Les obligan a vivir en el puesto de trabajo». La joven lo dice por experiencia, porque ella misma estuvo viviendo durante tres meses en
el restaurante donde trabajó. «El problema es que por esa falta de cultura que tienen consideran normal ser tratados así y tener que trabajar de esa manera.
Por eso no se rebelan». En el caso de hacerlo, muchos tampoco tendrían dónde ni trabajar, entre otras cosas, por el desconocimiento del idioma del país de acogida.

Una situación normal
Tan normal consideran esta situación, que los que consiguen progresar siguen haciendo lo mismo cuando saldan su deuda compran su libertad. «Trabajan por unos
600 euros mensuales y tienen derecho a comida y cama. Muchos están unos años trabajando duro para ahorrar y poder montar su negocio después. En cuanto lo
hacen, buscan a otros chinos para hacerles trabajar en las mismas condiciones que ellos porque lo consideran normal. Es una rueda», asegura la joven.
Por todo ello, no le extraña que los Mossos sospechen que en el almacén incendiado en Badalona hace dos semanas vivían algunas familias.
Entre los restos se encontraron varios colchones, comida y una nevera. Algunos empresarios de la zona denunciaron el día del suceso la constante entrada y salida
de chinos del almacén, especialmente mujeres y niños, algo impropio de un lugar de trabajo.
Jing Jang denuncia el papel de los periódicos chinos que se editan en España. «Están controlados por los mafiosos. En uno de estos diarios los propietarios negaban que
en la nave viviesen personas y se hacía un llamamiento para hacer donativos para ayudar a reconstruir el almacén. Del vigilante muerto no se decía nada».
«Hay que perder el miedo, pero también pido a los gobiernos que investiguen más y que cuando detecten un taller donde malviven personas actúen en contra de los
propietarios y no de los trabajadores», reclama. Quizás sea el momento de que la impenetrable comunidad china comience a abrirse.

El Periódico
MANUEL CABELLO
BARCELONA

1 comentario

Lao wai -

Alguien que no puede dar su nombre y utiliza uno ficticio puede decir ¿ ya es hora de perder el miedo? creo que este artículo es una especie de leyenda urbana que sólo existe en la mente de un periodista que no consigue noticias, el señor Cabello dijo en uno de sus articulos que una mujer había pedido una ensalada en un restaurante para que se la llevaran a casa y en la ensalada había cristales según el periodista el restaurante estaba en el barrio de La Salut de Badalona, pero en este barrio sólo hay un restaurante chino es un bufet libre y no hace entregas a domicilio.
He observado que hace tiempo que no firma articulos en el periódico quizá lo han despedido y ahora trabaja en alguna revista de leyendas urbanas.
ículo