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Flaquean las fuerzas en los encierros de inmigrantes

La huelga de hambre de los inmigrantes encerrados en varios locales
de Barcelona empieza a mostrar su cara más amarga. Sólo tres días después de
iniciarse para reclamar un mejor proceso de regularización, ya son dos los
inmigrantes que han requerido atención hospitalaria y cuatro los que han
necesitado atención médica in situ en la iglesia del Pi. Además, en Can Vies,
dos de los ochenta inmigrantes requirieron ayer visita médica.

"Estamos bien. Con problemas de estómago y dolores de cabeza, pero
muy fuertes. Los que están mal tienen problemas de diarrea, estreñimiento y
fiebre", afirmó ayer Ibraer Bujari, uno de los 55 inmigrantes del Pi. Bujari
también dijo que los médicos del 061 que atendieron ayer por la mañana a sus
compañeros les aconsejaron dejar la huelga, "pero ellos no quieren", relató
orgulloso. Agua y zumos son lo único que ingieren, además del suero que ha sido
administrado a los enfermos. Pasan el día jugando, durmiendo, y, la mayoría de
ellos, tumbados bajo las mantas que han traído los vecinos, ya que según la
portavoz del colectivo, Norma Falconi, "las de la Cruz Roja son demasiado
finas".

Apenas se oyen murmuros en el interior de la sala donde están
alojados. El silencio sólo se rompió a mediodía, cuando salieron los médicos que
habían visitado a los cuatro inmigrantes indispuestos. Les despidieron con
débiles aplausos. Los encerrados, a pesar de la debilidad y del frío, no se
plantean finalizar la huelga. A su parecer, no son ellos los que juegan con su
salud, sino el Gobierno. Sólo están dispuestos a analizar la situación a final
de semana y a cambiar de lugar "para no molestar a las mismas personas."

A los más de 300 huelguistas se unieron ayer por la tarde más de 80
que se encerraron en un edificio de l´Hospitalet de Llobregat.

LA VANGUARDIA DIGITAL
CLÀUDIA SAFONT - 06/04/2005

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