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Violenta protesta en Madrid por la retirada de la estatua de Franco

Unas 700 personas, nostálgicas del régimen de Franco, se concentraron ayer frente al lugar que ocupaba la estatua del dictador para protestar por la retirada del monumento. El enfrentamiento con la policía provocó, al menos, dos heridos leves.
Los manifestantes colocaron una bandera preconstitucional y una imagen de Franco en el pedestal que ocupaba la estatua e insultaron a Santiago Carrillo, al Gobierno de
José Luis Rodríguez Zapatero, al Rey y a los periodistas.

REZOS Y GRITOS XENÓFOBOS / Empezaron a concentrarse en torno a las siete de la tarde en la madrileña calle Ríos Rosas, a las puertas del Ministerio de Medio Ambiente. Desde primeras horas de la mañana colocaron ramos y coronas de flores, así como
letreros de protesta por la decisión del Ministerio de Fomento de quitar la estatua. La agresividad de los manifestantes fue creciendo hasta desembocar en enfrentamientos con la policía, que había desplazado al lugar una decena de vehículos.
Megáfono en mano, un cabecilla falangista invitó a todos «a alistarse».
Acto seguido, se santiguó y empezó a rezar un Ave María al que se unieron todos. Una vez conciliaron su espíritu, algunos empezaron a lanzar piedras y objetos –como las balizas que señalizaban una zanja cercana–, mientras otros proferían gritos
xenófobos. Un fotógrafo de origen magrebí recibió varios golpes de dos personas, enfurecidas al ver que el mandato «Moro, no hagas fotos» no surgía efecto. Manuel Ángel Aldana, miembro de la Junta Nacional de Falange, sufrió una brecha en la sien
provocada por la porra de un agente, que le sorprendió cuando iba a lanzarle una piedra de gran tamaño.
Uno de los motivos de enfrentamiento fue que los agentes cerraron el paso a un grupo que quería aproximarse a la cercana estatua de Largo Caballero «para mearle».

EXEMPLEADA DE LA MONCLOA / No eran sólo estudiantes y jubilados, también había consultores y abogados que confesaban votar al PP y haber acudido «para impedir la herejía que supone arrinconar al caudillo en un almacén». Entre los manifestantes
pudo verse a Blas Piñar, a Francisco Franco –uno de los nietos del dictador– y a una exempleada de los servicios de protocolo de la Moncloa, María Delgado, que ahora trabaja en en la Comunidad de Madrid.
Los dirigentes del PP también recibieron su ración de insultos, ya que las octavillas repartidas por la Asociación Nacional-Sindicalista acusaban de la máxima traición no a «ZP y a sus sociosmarxistas y separatistas», sino «al partido monárquico y demócrata-liberal que es el PP».
«Carrillo y Zapatero, hijos de puta», «Borbones a Estoril», «rojo que veo, rojo que apaleo» y «Ruiz Gallardón, impide esta traición», fueron los gritos más coreados. La particular interpretación de una señora, con sus hijas vestidas con uniforme
colegial y con su octogenaria madre, fue que los socialistas y comunistas,
«borrachos tras el homenaje a Carrillo, ultrajaron al Generalísimo».

MENSAJES DE MÓVIL / Muchos llegaron tras recibir un mensaje de texto en su móvil que decía: «A las siete en Nuevos Ministerios. Con flores rojas y amarillas. Pásalo». Los que confesaban votar al PP se enfrentaban a los policías gritando «¿Dónde estabais el 13 de marzo?», en alusión a las concentraciones la víspera de las elecciones frente a sedes del PP.
Un ultra apodado Curru intentó agredir a un agente, pero su padre lo evitó «porque habrá mejor ocasión». Una señora, satisfecha de ver a chavales brazo en alto coreando «Franco, Franco, Franco», mostró su satisfacción a su hija quinceañera,
que le había dicho: «¿Ves mamá como mis amigos son niños bien»

El Periódico
LUZ SANCHIS
MADRID

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