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Aparece ahorcado en su celda un sospechoso de planificar atentados islamistas en Madrid

El marroquí Mustafa Zanibar, uno de los presuntos terroristas
islamistas acusados de querer repetir la masacre del 11-M en Madrid, apareció
ayer ahorcado en su celda de la prisión de Zuera (Zaragoza). Zanibar fue
condenado en 1996 a 29 años de cárcel por quemar vivo a un compatriota en El
Ejido (Almería), estando en prisión celebró el 11-M invitando a café a sus
compañeros de módulo y el pasado mes de noviembre fue imputado por el juez
Baltasar Garzón por integración en organización terrorista.

Según la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, cuando
funcionarios de la prisión de Zuera se disponían a entregarle la comida, ayer
sobre las dos de la tarde, se encontraron a Zanibar sin vida, colgado de un
cinturón en la ducha de su celda. El interno se encontraba en la zona de
aislamiento de la prisión, debido a su peligrosidad y al radicalismo que
incrementó durante su previa estancia en la cárcel de A Lama (Pontevedra), donde
festejó el 11-M. Este régimen suponía que no compartía la celda con nadie, no
podía ir al comedor con los otros reclusos y sólo se le permitía salir al patio
durante cuatro horas al día.

Zanibar estaba vinculado al grupo extremista Mártires de Marruecos,
que, dirigido por Mohamed Achraf -preso en Suiza y pendiente de extradición a
España-, habría tenido entre sus objetivos terroristas diversos edificios y
estaciones de tren de Madrid con la presunta intención de repetir el 11-M. La
Audiencia Nacional en primera instancia, y desde el estadio Bernabeu, la torre
Picasso, la sede del PP o la estación de Atocha en una segunda ofensiva.
Zanibar, según Garzón, habría estado implicado en esa retaguardia de Achraf
dispuesta a mantener viva la tragedia. El juez ordenó su detención -pese a que
ya estaba en la cárcel- en la segunda fase de la denominada operación Nova.

Nacido en Marruecos en 1963, la Audiencia de Almería le condenó el
asesinato de Youssef Bachir. Éste le invitó a cenar en su casa y, cuando se
quedó dormido, Zanibar le roció con gasolina, le prendió fuego y salió huyendo.

Zanibar ingresó en la cárcel de Almería en 1994. Dos años después
pasó a la de Topas (Salamanca). Ya en el 2003 se le trasladó a la prisión de A
Lama, donde radicalizó su intransigencia religiosa y también organizó una red de
extorsión de reclusos. Después estuvo en la cárcel de Nanclares de Oca
(Vitoria), donde le encontró el despliegue de la segunda fase de la operación
Nova. A la prisión de Zuera llegó el pasado noviembre.

LA VANGUARDIA DIGITAL
JUAN CARLOS MERINO - 25/02/2005
MADRID

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