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Una musulmana deja el empleo por amenazas racistas a su jefe

El odio ganó un nuevo pulso a la tolerancia, esta vez en la cada día
más intolerante región belga de Flandes. Naima Amzil, musulmana de 31 años
originaria de Marruecos, abandonó anteayer su empleo en una prestigiosa empresa
de alimentación, en la población de Ledegem, al no poder soportar la presión que
un grupo xenófobo venía ejerciendo desde noviembre contra su jefe, el tozudo y
admirable flamenco Rik Vannieuwenhuyse. El grupo en cuestión, autodenominado
Nieuw Vrij Vlannderen (Nuevo Flandes Libre), había enviado al empresario siete
cartas con amenazas de muerte, primero para exigirle que obligara a Naima a
quitarse el velo y, después, para que la despidiera.

Los escritos empezaron a llegar en noviembre y se sucedieron hasta
el miércoles pasado, día en que la mujer anunció que ya no podía aguantar.
Vannieuwenhuyse no había cedido en ningún momento a las demandas de los
racistas. Ello le convirtió en un símbolo nacional de resistencia frente a la
xenofobia; un sentimiento que, de la mano del partido ultra Vlaams Belang
(Interés Flamenco), día a día va sumando apoyos y votos en esta rica región de
la franja norte de Bélgica.

Pero Naima, que ya meses atrás y pese a las protestas de su jefe
optó por quitarse el velo en el trabajo, dijo anteayer que no podría resistir
que al final los racistas cumplieran sus amenazas contra el bueno de
Vannieuwenhuyse. "Él siempre me ha apoyado, pero yo cada vez tengo más miedo por
él y su familia; sobre todo después de las dos últimas cartas. No puedo más",
dijo.

Los escritos resultaron desde un principio lo bastante creíbles como
para que la policía ofreciera protección a la empresa alimentaria, dedicada a la
fabricación de canapés y llamada Remmery. En diciembre, los desconocidos
emboscados tras la firma con las siglas de ese oscuro NVV avisaron al empresario
de que habían puesto precio a su cabeza: 250.000 euros, para el caso de que
insistiera en mantener a Naima en su puesto de trabajo. "Eres un mal flamenco.
Colaboras con los musulmanes. Has firmado tu sentencia de muerte. Queremos que
sirvas de ejemplo a otras empresas", le dijeron además.

Vannieuwenhuyse siguió en sus trece. "Si la echo ahora, no volverá a
encontrar trabajo nunca. Nadie querrá contratarla, puesto que también temerá
recibir amenazas", adujo con lógica. "Naima tiene una familia, una hipoteca que
se debe pagar. Simplemente, no puedo despedirla. No la entregaré", prometió.

La reacción del patrón no conmovió sólo a Naima, sino a buena parte
de la sociedad belga. El rey de los belgas, Alberto II, organizó una recepción a
los dos protagonistas de la historia, el 12 de enero, para sumarse a las
muestras de solidaridad. La organización empresarial Unizo recogió 26.000 firmas
de apoyo. Casi todos los partidos belgas mostraron ayer su indignación por lo
ocurrido, y el primer ministro Guy Verhofstadt se declaró "conmocionado". En
suma, expresiones de simpatía no han faltado. Pero el odio ha podido más. Con
todo,Vannieuwenhuyse asegura que la marcha de Naima "será sólo temporal".

LA VANGUARDIA DIGITAL
FERNANDO GARCÍA - 04/03/2005
Corresponsal BRUSELAS

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