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El "tsunami" negro

Están cada vez más agotados, hambrientos, sucios e indignados. Y son negros, casi todos, como el pequeño en camiseta roja a quien le cae una lágrima desde sus grandes y tristes ojos, la obesa mujer desesperada a cuya falda se aferra un pequeño, o el hombre con el pelo revuelto que desde el Centro de Convenciones agita el puño hacia las cámaras de televisión.
También son negros casi todos los saqueadores que
vacían desde hace días las tiendas de la capital del jazz, así como aquellos que
en Biloxi revuelven en los contenedores de basura en busca de algo comestible,
"como los animales", tal como señaló un comentarista de televisión.

No hubo que esperar mucho para escuchar las
primeras reacciones a estas palabras. "¿Lo habría formulado de la misma manera
si hubieran sido blancos?", se preguntaba indignado un prominente comentarista
de radio. Él es negro. Un congresista criticó públicamente el hecho de que los
que han perdido sus casas en Luisiana y Mississippi sean calificados como
refugiados, "como si se tratara de Sri Lanka. Son conciudadanos, son
contribuyentes, son gente que trabaja duramente". También el diputado es negro.

En la cadena CNN, un crítico hace referencia a dos
fotos publicadas en periódicos que muestran a unas personas cargadas de bolsas
de plástico. Unos son blancos y el pie de foto dice que los afectados han
encontrado comida. Los otros son negros y "han saqueado". "Si esto no es
racista, entonces no sé lo qué es", dice el crítico, de raza negra.

Negro o blanco, rico o pobre, tras largos días de
imágenes de penalidades y la creciente crítica a la lenta reacción de
Washington, un nuevo elemento se ha introducido en el debate público: la
cuestión de la raza y de la clase social.

El tema ha adquirido tanta relevancia que algunos
empiezan a temer que, tras las inundaciones y la devastación, el Katrina también
provoque una división social, y eso precisamente en unos momentos en que se
necesita más que nunca la unidad de la nación. "A nivel político va a tener que
producirse un debate, pero con prudencia", advertía este sábado un diario de
Detroit.

Pero bajo la superficie hace tiempo que hierven
los ánimos. En vista de que la ayuda no llegaba, las víctimas del huracán
empezaron a preguntarse si el agua, la comida y un techo bajo el que cobijarse
habrían llegado más rápido si se tratara de blancos. "Sencillamente, nosotros no
contamos tanto para Washington", afirmó la afroamericana Loretta Creel desde
Nueva Orleans a CNN. Y The Washington Post cita a la agotada Bernardette
Washington diciendo: "Parece como si los negros estuviéramos malditos".

Los congresistas negros no han ido tan lejos como
para acusar de racismo a las autoridades encargadas del envío de ayuda. Pero
indirectamente sí lo hicieron. No se puede permitir que "la diferencia entre
aquellos que viven y los que mueren estribe únicamente en la pobreza, la edad o
el color de la piel", dijo el parlamentario Elijah Cummings.

Congresistas blancos rechazan la acusación de
racismo, aunque también reconocen que si bien no se trata de blancos y negros,
sí de ricos o pobres, y son los negros los que la mayor parte de las veces son
los más pobres, y negros son la mayoría de la gente que vive en la zona
catastrófica. Mucha gente, dice también Ray Nagin, el alcalde -negro- de Nueva
Orleans, se habría salvado si hubiera podido huir. Pero para ello se necesitaba
un coche.

Las estadísticas hablan por sí solas. En Nueva
Orleans viven 1,4 millones de personas, más del 67 por ciento son negros y el 30
por ciento de ellos vive por debajo del umbral de la pobreza. El distrito de
Lower Nineth Ward resultó especialmente afectado por el Katrina. Allí, la cuarta
parte de las familias vive con menos de 10.000 dólares al año, y la mitad con
menos de 20.000. Más del 50 por ciento está desempleado. El barrio fue
construido sobre una antigua zona pantanosa. El agua llega mal, por lo que esta
región fue habitada relativamente tarde. Los que llegaron eran sobre todo negros
pobres, porque para los demás la zona no tenía atractivo alguno. Allí también
vive la mayoría de las 125.000 personas que no pudieron huir porque carecían de
automóvil.

La catástrofe "nos ha afectado especialmente
porque antes no se preocuparon lo suficiente por nosotros", afirma Brian
Charles.

El gobierno estadounidense va a enviar ahora a uno
de los suyos, una mujer negra, a la zona, para mostrar solidaridad. Se trata de
la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Pero a Rice se la ve siempre con
trajes elegantes y con mucho estilo. ¿Una de los suyos? "No", afirma Charles.

Huelva Información
GRABRIELLE CHWALLEK

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