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Luto Marroquí en Tortosa

Dos claveles blancos mantenían el equilibrio al pie de un
farol, junto a un cirio rojo apagado y un silencio intenso. En la plaza de
Montserrat, en pleno casco antiguo de Tortosa, se guardaba ayer duelo por la
muerte de Salam E.. Las cinco balas que abatieron su cuerpo sobre un paso de
cebra truncaron la vida de este trabajador marroquí que había llegado a Tortosa
hacía apenas dos años y medio y que guardaba una ilusión inmediata, además de la
de comprar una moto de segunda mano para sustituir a su vieja bici. Quería
viajar a Nador pronto, donde nació 36 años atrás, para visitar a sus padres.
Su amigo, A.D., explica que le había acompañado la pasada
semana al consulado marroquí, en Barcelona, para iniciar los trámites. "Ahora,
sus amigos intentaremos recoger dinero para que vaya, pero tendremos que
enviarlo dentro de una caja", explicó abatido el compañero de Salam. Él
contempló desde una esquina de la plaza la absurda disputa que la tarde anterior
acabó con la trágica muerte de su amigo. "Estaba hablando con su jefe, que se
encontraba a pocos metros, en una obra, para que le adelantase dinero con el que
comprar mi moto, y yo le esperaba en la esquina; él tenía la bicicleta apoyada
en la acera y al cruzar por el paso de cebra para venir a verme llegó una
furgoneta gris y el conductor le pitó dos veces", recordó el testigo del crimen.

Una conversación absurda
El claxon asustó a Salam, que se quejó al conductor. Desde el
vehículo, un hombre con la cabeza rapada elevó su dedo corazón con gesto
insultante y el peatón se cogió los genitales como respuesta. Ambos siguieron su
camino. Salam se quedó hablando en la plaza y el conductor volvió al cabo de
apenas cinco minutos: "Oye", dijo para llamar la atención del marroquí, que se
aproximó a la furgoneta.
"Entonces, le miró con gesto de asco por la ventanilla y Salam
le preguntó: '¿Qué miras?'", según el relato de A.D. "Lo que me da la gana",
contestó. "Pues vete". "¡Vete tú, moro de mierda!", espetó el chófer.
Inmediatamente después apretó el gatillo cinco veces. El joven marroquí cayó al
suelo.
"Al principio pensé que era una pistola de fogueo, pero vi
cómo el cuerpo de mi amigo se agitaba en cada tiro. Le mataron por una tontería;
esto no vale una vida", aseguró ayer A.D., sentado en una mesa de bar a escasos
metros del lugar del crimen. Algunos testigos reconocieron al agresor. Es un
tortosino bastante conocido. "No creo que actuara por racismo, pero miraba a
Salam con odio, quizá porque le molestó su gesto", comentó un miembro de la
comunidad magrebí, muy numerosa en la zona.

Investigación avanzada
En la plaza de Montserrat hay una mezquita, la única de la
ciudad, que se ha quedado pequeña, lo que ha comportado quejas vecinales porque
los fieles se ven obligados a rezar en la calle en ocasiones punta. Ayer,
pasadas las dos de la tarde, fueron pocos los musulmanes que acudieron al rezo.
Los líderes de la comunidad mantenían conversaciones para analizar la situación,
mientras la Policía tomaba declaraciones para completar una investigación que
parece avanzada.
La furgoneta gris del asesino ha sido localizada, y un cepo la
mantiene inmovilizada ante la comisaría. Falta encontrar al conductor, cuya
identidad ya se conoce. "Es la sexta muerte violenta de un inmigrante en los
últimos años y nunca se resuelve nada", comentó un joven y desencantado
marroquí.

El Periódico
SÍLVIA BERBÍS
TORTOSA

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