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"Nos tratan como animales y no se dan cuenta que somos seres humanos"

E.D., camerunés de 25 años, se pone nervioso cada vez que
recuerda la noche del 29 de agosto. Lo habían planificado todo. El lugar por
donde debían entrar a Melilla y la hora. Asegura que "no éramos tantos como
afirma la Guardia Civil" pero todos tenían el mismo objetivo.

No era la primera vez que E.D. intentaba entrar a la ciudad
española. Después de tres años en Marruecos, incluyendo las deportaciones a
Argelia que sufrió por parte de la gendarmería marroquí, este joven camerunés
aún albergaba esperanzas de pisar suelo español. "Sólo teníamos nuestros pies y
nuestras manos y muchas ganas de llegar a Melilla", nos dice. Sabían que frente
a ellos, se encontraba un gigante de metal de tres o seis metros de altura
(según la zona) y el material antidisturbios de los uniformados. Pero asegura
que su idea era "entrar en Melilla o morir, porque ya no puedo volver atrás,
tengo dos hijos pequeños hambrientos en Camerún".

Y lo intentó. Aquella noche se dividieron en grupos. Recuerda
que comenzaron a correr y a subir la valla. En ese primer obstáculo, todavía en
el lado marroquí de la frontera, "los guardias civiles comenzaron a disparar
bolas de goma". Él afirma que sintió que le rozaban y que una le alcanzó en una
pierna. Con ayuda de la escalera pasó la segunda valla y logró entrar.
"Escuchaba las sirenas y los gritos de mis compañeros. Me giré y ví que les
estaban pegando pero seguí corriendo para esconderme".

Después de lo que ha pasado, tiene miedo de que lo expulsen y
se venga abajo todo por lo que ha luchado. Por eso no accede a hacerse fotos y
prefiere permanecer en el anonimato.

Sin embargo, confiesa que está preocupado por sus "hermanos",
nombre con el que se refiere al resto de cameruneses. No logra contactar con un
inmigrante que aquel domingo no llegó a Melilla. Se ha enterado de que al menos
uno de ellos ha muerto y otro está por confirmar. Y acaba de escuchar que los
marroquíes han realizado una redada en la zona boscosa próxima a Mariguari en la
que hasta hace unos días se refugiaba.

No se cree que el camerunés de 17 años muriera por accidente,
como afirma la Gendarmería marroquí.

En un arranque de impotencia, asegura que tanto la policía de
Marruecos como la Guardia Civil "nos tratan como si fuéramos animales y no se
dan cuenta de que somos seres humanos que buscamos trabajo y dignidad". Recuerda
que durante su penosa estancia en Marruecos, comiendo de la basura y durmiendo a
la intemperie, la gendarmería "nos perseguía, nos pegaba y nos expulsaba". Esta
experiencia la vivió "varias veces" y ahora prefiere olvidar. También sabe de
compañeros suyos que una vez llegados a Melilla, la Guardia Civil les expulsaba
de nuevo. "A veces nada más saltar la valla y otras de camino a la Comisaría",
afirma. Este procedimiento ya ha sido denunciado por varias ONG's, entre ellas
PRODEIN. Él se siente afortunado. Superó estos obstáculos y ahora espera en el
CETI a que la Delegación del Gobierno resuelva su expediente. Quiere hablar con
su familia, con la que no contacta desde hace meses. "No les digo lo que he
pasado hasta llegar aquí para que no se preocupen pero algún día lo haré porque
es horrible lo que he vivido y no se lo deseo a nadie".

CpM pide que se protejan los derechos humanos

La diputada de CpM, Jadu Driss, calificó ayer de "lamentable"
la muerte del inmigrante, a la que se suma presuntamente una segunda aún por
confirmar. Driss recordó la obligación por parte de las autoridades y de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de velar para que no se vulneren los
Derechos Humanos. Manifestó la necesidad de esclarecer esta muerte "lo antes
posible por el buen nombre de la Guardia Civil". Al mismo tiempo, criticó las
declaraciones del diputado por Melilla (PP), Antonio Gutiérrez, ya que en lugar
de destacar la problemática de la inmigración y apoyar a la Guardia Civil,
"debería preguntarse qué hizo el PP en los ocho años que estuvo en el Gobierno y
qué alternativas presenta como diputado".

E.D. sobrevivió tres años refugiado en las zonas
boscosas de Nador

Melilla Hoy
Por : Sara Sanz

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