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La herida de la Patum: Berga mantiene el clima de tensión dos meses y medio después del asesinato de Josep Maria Isanta

Ya han pasado dos meses y medio del asesinato de Josep Maria
Isanta durante las fiestas de la Patum, pero la herida continúa abierta. La
ciudad vive estos días momentos de mucha tensión y, según muchos habitantes del
municipio, "en cualquier momento puede pasar cualquier cosa". Amigos del
fallecido, pero también familiares de los detenidos, continúan denunciando
amenazas. La ciudad está dividida en dos bandos. Y la plataforma que iba a
restablecer la convivencia está sumida en una grave crisis.
Con tan sólo un paseo por Berga se palpa el conflicto. En
muchas calles siguen colgados carteles que exigen "justicia" o que reclaman una
mayor implicación del ayuntamiento, del que muchos sectores jóvenes critican su
pasividad. La consellera de Interior, Montserrat Tura, también es la
protagonista de algunas pancartas, en las que se la acusa de "fascista" y se
reclama su dimisión. En el sitio donde murió el joven bergadano, en la calle de
Lluís Millet, aún hay flores, velas y una pancarta de recuerdo.

Temor a incidentes
Lo peor es el clima social enrarecido que padece la ciudad
desde que el pasado 28 de mayo Isanta fuera asesinado. Hace una semana, la
Plataforma por la Convivencia del Berguedà volvió a convocar una concentración
para denunciar amenazas por parte del entorno de los detenidos. Según Josep
Sensada, portavoz de este colectivo, las amenazas son verbales y "se producen en
cualquier lugar de forma indiscriminada, sobre todo a gente que ellos han visto
en las concentraciones". La plataforma reivindica que se tomen medidas y teme
que haya incidentes violentos.
Familiares de los detenidos desmienten a la plataforma. Según
éstos, ellos son los que están recibiendo amenazas y a quien la gente de Berga
hace la vida imposible. Es el caso de Cristina Ballesteros, la madre de uno de
los detenidos y la matriarca del que en la ciudad se conoce como el clan de los
Catoños. "Nos están provocando para ver si estallamos", afirma Ballesteros.
Esta mujer y miembros de su familia han interpuesto en los
últimos días seis denuncias por incidentes en la calle. La última, la semana
pasada, cuando la responsable de una panadería se negó a vender unos pasteles a
dos niños de 8 y 9 años, porque eran de su familia. "Se niegan a vendernos en
las tiendas, nos insultan, nos miran mal y recibimos llamadas anónimas a todas
horas. Son peor ellos que los que están en la cárcel. Nos quieren echar de la
ciudad al precio que sea", explica.
Familiares de los detenidos por la muerte de Isanta han
recibido escritos amenazantes, que recoge el sumario como prueba. Una de ellas
dice que no se atentará contra sus vidas, aunque añade: "Pero sí contra vuestra
integridad física, provocando minusvalías o la pérdida de la capacidad de
razonamiento. En Berga, cualquier esquina es peligrosa". Ballesteros quiere que
los que mataron a Isanta paguen por su crimen, pero exige que sea la justicia
quien diga quiénes son y reclama su derecho y el de su familia a vivir en Berga
con tranquilidad.
En medio de todo este clima, la Plataforma por la Convivencia,
que surgió horas después del asesinato de Isanta, vive una fuerte crisis, ya que
diversas entidades la han abandonado en desacuerdo con su actuación. Esta
plataforma agrupa a un centenar de entidades muy diversas y se creó con el
objetivo de buscar canales para potenciar la convivencia tras los incidentes por
el asesinato de Isanta.
Entidades como el colectivo de asociaciones de padres y madres
de alumnos y algunas asociaciones de vecinos han hecho pública su decisión de
dejar temporalmente la plataforma. Creen que se ha alejado de sus objetivos
iniciales y que sólo deseen pedir destituciones.
El juez continúa con las diligencias del homicidio, por el que
están encarcelados nueve mayores de edad y cuatro menores.

El Periódico
JOSEP MARIA SARRI
BERGA

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