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Un inmigrante Colombiano asesinado en Montjuïc

Una puñalada en el cuello acabó en la madrugada de ayer con la vida del inmigrante
colombiano, Alberto N. B., de 52 años, en Montjuïc. Un testigo del crimen aseguró que trató de auxiliar a la víctima, mientras dos hombres, los presuntos homicidas,
se perdían en la oscuridad del mirador del Poble Sec.

El móvil era ayer una incógnita.

Al asesinado no le robaron la cartera ni nada. Tenía permiso de residencia y carecía de antecedentes. La Policía Nacional no quiso anoche aventurar ninguna hipótesis, ya que aún no había localizado a su familia. «¡Policía!, ¡policía!» y «¡Auxilio!»,
gritó Alberto N. B., según el testigo, instantes antes de caer desplomado al suelo en la acera del paseo de Montjuïc, frente a las calles de Palaudàries y de Piquer. El hombre trató de agarrarse a la barandilla metálica –el ayuntamiento la colocó
recientemente tras el atropello mortal de una niña– pero ya no le quedaban
fuerzas.

HUIDA ZIGZAGUEANTE / Otro testigo aseguró a este diario que observó, pasados unos minutos de las dos de la madrugada, como la víctima, descalza, bajaba con muchas dificultades las escaleras del Mirador del Poble Sec. «Es un milagro que no cayera
antes, porque iba de un lado a otro tambaleándose. Su intención era llegar al paseo y pedir ayuda», relató el vecino. El colombiano dejó tras de sí un reguero de sangre. Las señales bordeaban el estanque y seguían hacía arriba por el camino zigzagueante. Esto hace presumir que el hombre no conocía el parque. En dos o tres
ocasiones durante su recorrido pudo tomar un atajo y no lo hizo. El reguero conduce a la entrada del Mirador del Poble Sec de la antigua carretera de Montjuïc, justo debajo de Miramar. Allí comienza el goteo y durante el recorrido se observan
pequeños charcos, lo que demostraría que el herido se detuvo varias veces para descansar. Nada más salir de aquel laberinto, Alberto N. B., gritó y levantó la
mano para tratar de detener a dos automovilistas, sin éxito. El hombre estuvo más de diez minutos tumbado en la acera boca arriba y con su pierna izquierda flexionada. Tres transeúntes lo observaban y se llevaban las manos a la cabeza. Gritaban y se desesperaban.
«¡Aguanta, aguanta!», le pidió un hombre delgado, con traje oscuro y un móvil en la mano. Otro le dijo: «Pero, ¿qué te han hecho?». La víctima estaba ya inconsciente. Supieron que aún vivía porque de vez en cuando se movía un poco. Minutos después, llegó la ambulancia A-11 del 061 e instantes más tarde la patrulla de los Mossos CME–1132. Una enfermera joven descendió como un rayo, le tomó el pulso y le instaló una máquina para controlarle el pulso cardíaco.

YUGULAR SECCIONADA / A la muchacha, le cambió la cara cuando el hombre falleció. Un policía se acercó al cuerpo de la víctima y el técnico que acompañaba a la enfermera
tomó una potente linterna y con una mano le mostró la puñalada que le seccionó la yugular al colombiano. Entonces llegó otra patrulla de los Mossos d’Esquadra, y los dos agentes que comparecieron primero se fueron hasta el interior del parque en busca de pruebas o posibles testigos. Poco después, llegaron policías del grupo de Homicidios, «Dos hombres de raza blanca lo han atacado, pero no le han robado nada»,
subrayaron fuentes policiales.

El Periódico
JORDI CORACHÁN
BARCELONA

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