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El Gobierno de Villepin en Francia pretende echar del país este año a 23.000 personas

El semanario de izquierdas francés Politis imaginaba en su última edición la publicación de un anuncio en esos términos: "Francia busca hombre o mujer, de 30 a 35 años, indispensable experiencia, francés e inglés necesarios, perfecto estado de salud y con carnet de conducir. Diplomas: informático, enfermera, electricista. Religión: cualquiera mientras sea invisible . Billete de regreso garantizado. Contacto: Ministerio de Interior". Era, obviamente, un anunció inventado, pero que, según Politis, "resume la nueva política de inmigración francesa".
Se trata de una "inmigración elegida", según los términos
empleados por el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, que no ha precisado
todavía los criterios de esta selección. Sarkozy sí que ha dejado muy claro que
los inmigrantes que no se ajusten a las normas exigidas serán "expulsados". Y
para que no quepa ninguna duda, ha fijado como objetivo aumentar en un 50% las
expulsiones de los inmigrantes sin papeles.

Caballo de batalla electoral Consciente de que la inmigración
es un tema que sigue desatando todo tipo de pasiones, Sarkozy lo ha convertido
de nuevo en el caballo de batalla para las próximas elecciones. Renunciando a la
ilusión de una "inmigración cero", ha optado por el pragmatismo de una
"inmigración elegida", término que cuenta incluso con la bendición del primer
ministro, Dominique de Villepin, oficialmente hostil a la idea de imponer cuotas
para la entrada de inmigrantes. Pero sin embargo, de eso se trata, tal y como lo
han denunciado ya los partidos de izquierdas y las asociaciones de defensa de
los derechos humanos en Francia.
Oficialmente, se trata de "controlar los flujos migratorios".
En realidad, no es más que "una solución fácil para importar la mano de obra
extranjera en base únicamente a las necesidades de la economía francesa", tal y
como denuncian los sindicatos. "Las cuotas profesionales ignoran voluntariamente
los intereses de los países pobres o emergentes, que se ven desposeídos del
personal cualificado indispensable para salir de la miseria y que mantiene
bloqueados a estos países en un dramático subdesarrollo", reconocen los
expertos.
El ministro francés no ha precisado aún los criterios por los
que autorizará la entrada en Francia de los nuevos inmigrantes (sexo, edad,
orígenes, diplomas, motivaciones del exilio (política o económico), reagrupación
familiar o proyectos profesionales y personales).

Poco personal sanitario
Se trata de una política compleja y de administración
complicada. Sobre todo si se tiene en cuenta que hay actualmente en Francia
penuria de médicos y personal sanitario, mientras que numerosos estudiantes
extranjeros en estos sectores encuentran grandes problemas para trabajar.
También se debe tener en cuenta que los sin papeles que trabajan no consiguen
regularizar su situación.
Entre el 2002 y el 2004, las expulsiones de inmigrantes en
situación irregular aumentaron un 72%, según declaró hace unos días el propio
ministro de Interior, que considera sin embargo necesario que "estos resultados
sean consolidados". Por ello, Sarkozy considera que antes de hacer venir a los
inmigrantes adecuados, es decir elegidos, hay que seguir haciendo limpieza y
expulsar a los que no se ajustan a los criterios seleccionados. Según Sarkozy,
esto supone aumentar el 50% las expulsiones, que deberían alcanzar este año las
23.000 personas, y pasar de "una inmigración impuesta a una inmigración
elegida".

División de los socialistas
Se trata, según Sarkozy de "privilegiar un inmigración
laboral" fijando "categoría por categoría" los objetivos de "los flujos
migratorios que se pueden aceptar". El concepto de "inmigración elegida" es
objeto de un amplio consenso entre la derecha francesa mientras que la
izquierda, especialmente los socialistas, aparecen de nuevo divididos sobre la
cuestión y no acaban de pronunciarse.
Un informe de Malek Boutih, antiguo responsable de SOS
Racismo, aboga también por "una nueva política de inmigración" basada en la
instauración de cuotas para los flujos migratorios. Sobre esta cuestión, las
instancias socialistas han preferido hasta ahora evitar debates y discusiones.

El Periódico
MONTSE CAPDEVILA
PARÍS

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