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En Perpiñán no hay una guerra entre magrebíes y gitanos

Perpiñán vive consternada aún por el impacto de dos asesinatos y la
reacción posterior de un grupo de jóvenes que la noche del domingo 29 de mayo
incendió medio centenar de vehículos y provocó destrozos en 109 comercios. Pero
a esa ciudad que en los últimos años ha divulgado el eslogan Perpiñán fraternal
le duele aún más la imagen que han dado los medios de comunicación. Jaume Roure,
teniente de alcalde y residente en el núcleo histórico donde han ocurrido los
incidentes, asegura con rotundidad que en Perpiñán "existen problemas
económicos, pero no racistas". "Es falso que haya un enfrentamiento entre las
comunidades magrebí y gitana".

-El hecho es que han muerto dos magrebíes en una semana.

-Sí, pero en el primer caso, el de Bey Bachir, un argelino con
antecedentes penales, responde a una pelea. Bachir saca un cúter con el que hace
un corte en la cara a un gitano y luego recibe una paliza brutal. Los autores
han sido detenidos y entre ellos hay uno que había sido detenido al menos otras
veinte veces. El asesinato de Driss Ghaib, marroquí propietario de un pequeño
restaurante, es un misterio. Lo mataron de cinco tiros en la cabeza, con un
ritual mafioso que nunca han utilizado los gitanos de Perpiñán en cinco siglos.
Nadie vio nada. Parece una provocación. Y media hora más tarde hubo los
incidentes.

-Pero los magrebíes vivieron esos asesinatos como una agresión.

-La manifestación de protesta, que reunió de 2.000 a 4.000 personas,
según las fuentes, tuvo lugar antes de la segunda muerte, fue pacífica y no pasó
nada, aunque hubo tensión. En todo caso sorprende la presencia de algunos
adversarios del actual alcalde, como los comunistas. Después de la
manifestación, la calma parecía que había regresado, incluso la policía se
retiró.

-Quien sale a la calle la noche del domingo son jóvenes magrebíes.

-Sí, pero se fueron hacia el centro histórico, no contra las casas
de gitanos. Sólo hubo un conato y fue entonces cuando algún gitano disparó su
escopeta como si marcase su territorio. Muchos gitanos se habían marchado del
barrio. Salieron a la calle unos 300 magrebíes, había jóvenes de 12 y 13 años,
también niñas. Fue una reacción violenta y acabó con el saqueo de algunas
tiendas, como un supermercado y la del equipo de rugby de la ciudad.

-¿Cómo se explica esa violencia?

-No es un problema de gitanos y marroquíes, aunque eso es lo que
desea la extrama derecha. En todo caso es un problema de bandas. Es también la
pobreza y la droga. En una ciudad de 115.000 habitantes hay más de 7.000
personas que viven de la ayuda de un salario mínimo y dos tercios no son de
Perpiñán. Han venido aquí porque es una ciudad más barata, porque les hemos
facilitado ayudas a la vivienda. Tenemos un 10% de pobreza y eso es demasiado.
Además se da una desestructuración de las familias, la pérdida de los referentes
de autoridad. A los hijos de esos parados, a la segunda o la tercera generación
de inmigrantes que no tienen un horizonte, se les crea una gran frustración.
Estos días han salido jóvenes con la bandera de Argelia pero nunca han estado
allí, es sólo un símbolo. Como lo es ese no del referéndum a cierta Europa.

-Una crítica muy repetida es el supuesto favoritismo a los gitanos.

-Es falso y se puede demostrar. No es cierto que haya muchos gitanos
trabajando para el Ayuntamiento, puede haber un centenar, como lo hay de
magrebíes. Y es ridícula esa rumorología que dice que se les han regalado motos
o neveras.

-El alcalde Jean-Paul Alduy había levantado la bandera de la
convivencia. Incluso ha ironizado con que se construye una mezquita proyectada
por un arquitecto judío.

-Sí, en Vernet, el otro barrio, junto con Sant Jaume, donde conviven
magrebíes y gitanos. Es mejor así que no la clandestinidad, pero no pagamos
nada. Somos laicistas, aunque respetamos el culto privado. Yo mismo he oficiado
matrimonios mixtos entre ambas comunidades.

-¿Qué pasará ahora?

-La ciudad vuelve a la normalidad. Tenemos la fiesta de la música,
luego el festival de verano. El ministro del Interior en su reciente visita ha
dicho que las fuerzas policiales permanecerán hasta que sea necesario, ha
prometido otros 30 policías y volverá en septiembre. Nosotros continuaremos la
remodelación de los tres barrios más degradados (Sant Jaume, Sant Mateu y
Vernet), para los que hay aprobados 262 millones de euros en cinco años.
Analizaremos las causas de lo que ha sucedido, con los mediadores, con la gente
que conoce los problemas. Y habrá que evitar que esos jóvenes que ahora han sido
condenados en juicios rápidos por los incidentes se conviertan al salir de la
cárcel en unos mártires.

LA VANGUARDIA DIGITAL
JOSEP PLAYÀ MASET - 20/06/2005
Barcelona

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