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Ahora podré ir a ver a mi madre sin miedo

Ríe más que habla. Es la sonrisa de alguien que acaba de ver
cumplido un sueño que parecía inalcanzable: tener papeles. Yomaira Osorno
Ramírez, de 24 años, natural de Barranquilla (Colombia), llegó a España en el
2001 con una carta de invitación por tres meses, pero no regresó a su país. Y
así fue como se convirtió en una ilegal."Al principio, cuando veía a la policía
temblaba. Pasé mucho miedo". Ha vivido los últimos cuatro años medio escondida.

En su vida clandestina Yomaira trabajó como camarera, cuidó niños,
atendió ancianos y fue empleada doméstica. Ella fue de las primeras que acudió a
pedir los papeles cuando se abrió el plazo, el pasado mes de febrero. "Cuando me
dijeron que me los concedían rompí a llorar, no hay palabras para explicar lo
que sentí en aquel momento", explica Yomaira. Aunque sí recuerda perfectamente
lo primero que pasó por su cabeza sólo recibir la noticia: "Ahora ya no hay
ningún impedimento para viajar a Colombia y visitar a mi madre, a la que no veo
desde hace cuatro años", pensó. "Podré ir a mi país y volver como una persona
normal sin que nadie me detenga ni expulse." Y esa libertad de movimientos es lo
que más anhelaba, por encima de cualquier otra cosa, esta ciudadana colombiana
que un día, con 20 años recién cumplidos, se percató de que "los comentarios que
corrían en mi ciudad sobre lo fácil que era encontrar un trabajo y triunfar en
España eran sólo una fantasía".

LA VANGUARDIA DIGITAL
JAVIER RICOU - 08/05/2005
Lleida

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