Blogia
noticias

La lista de Ravensbrück. 60º aniversario de la liber ación del único campo de concentración concebido únicamente para mujeres.

Las notas de La lista de Schindler, tocadas por una jovencísima
orquesta, sonaron ayer ante un buen número de mujeres, todas con los cabellos
canos, cara de haber sufrido lo indecible pero con una extraordinaria fuerza
interior, y ramos de flores en el regazo. Con aquellas notas y aquellos rostros
empezaba la conmemoración oficial del 60° aniversario de la liberación del campo
de concentración para mujeres de Ravensbrück.
Al final de la ceremonia, las flores acabarían en el lago de
Schwedt, el brazo de agua que separa el campo del pueblo de Furstenberg,
convertido en una fosa a la que se echaban las cenizas de las mujeres que morían
en el campo.
Ravensbrück, 90 kilómetros al norte de Berlín, en una zona de
lagos y bosques, fue el único campo de concentración construido especialmente
para mujeres. El lugar, que significa "puente de los cuervos", fue elegido por
Heinrich Himmler, el jefe máximo de las SS, por ser un lugar de fácil acceso,
pero al mismo tiempo por quedar lejos de grandes centros urbanos y de grandes
vías de comunicación.
El campo fue construido en 1939 y las primeras prisioneras
fueron 860 alemanas y siete austriacas, acusadas de lo que los nazis llamaban
"conducta antisocial", denominación que englobaba cualquier actitud o pensamiento
que no fuera la adhesión al régimen nazi.
A medida que la segunda guerra mundial iba avanzando, fueron
deportadas al campo primero mujeres rusas y polacas. En 1943 empezaron a llegar
luchadoras antifascistas y resistentes de los países ocupados, de Francia,
Italia, Grecia, Hungría. Y las de España, que procedían de la resistencia en
Francia.
En total, 132.000 mujeres y niños pasaron por los siniestros
barracones del campo. De ellos, unos 92.000 murieron por inanición, ejecuciones,
enfermedades, o víctimas de criminales experimentos médicos.
De las españolas, hay pocos datos. Neus Català, la única
superviviente española, ayer estaba ahí, con su testimonio. Otras, como las
hermanas María y Leonor Rubiano, Carmen Bartoli, o Sofía Liman, no lograron salir
vivas de aquel horror.
La conmemoración de ayer dejó un dulce recuerdo a muchas de las
supervivientes. Contentas de volver a encontrase, de recordar a las que no
salieron con vida de aquel campo atroz, y a las que salieron pero que ya han
muerto.
Pero también dejó un regusto amargo. La restauración del
monumento, construido en 1959, situado a orillas de lago, una especie de grito de
libertad, no se había acabado a tiempo. Las razones oficiales, el hallazgo de
materiales inesperados en el lago y una helada, no convencieron a estas mujeres.
Pero esa falta de sensibilidad no sorprendió a quienes se
esfuerzan por mantener viva la memoria de Ravensbrück. Antes han tenido que
luchar contra la construcción de un supermercado a la entrada del campo. El
edificio está ahí, inutilizado, como un absceso. El otro combate, de momento
ganado, fue contra el trazado de una carretera que debía atravesar el campo.
En la ceremonia de ayer hubo políticos --incluido el conseller
Joan Saura--, rabinos, supervivientes, discursos, música y plegarias. Todos
pedían no olvidar y denunciaban la amenaza actual de los neonazis, el racismo y
la xenofobia.

Himno de los deportados
Pero los momentos más emocionantes fueron el canto de
Moorsoldaten, una especie de himno de los deportados que nació en Dachau, y la
lectura de la lista con una selección de nombres de mujeres asesinadas en el
campo, con la edad que tenían cuando fallecieron.
Después, los presentes se recogieron frente al lago, una triste
fosa común sobre las que navegaban claveles y rosas, casi todas rojas.
No muy lejos de allí, otros supervivientes del horror nazi
celebraban también el aniversario de la liberación del campo de concentración de
Sachsenhause, por el que pasaron 200.000 prisioneros.

El Periódico
ROSA MASSAGUÉ
RAVENSBRÜCK / ENVIADA ESPECIAL

0 comentarios