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Integración a golpe de balón

Los inmigrantes viven el fútbol con intensidad. Los fines de semana
copan los parques y polideportivos para jugar y las cafeterías y bares para
seguir la Liga Española. El Mundialito de la Inmigración y la Solidaridad se ha
convertido en la gran cita para demostrar habilidades y la capacidad integradora
del deporte rey al reunir a una veintena de selecciones formadas por
inmigrantes. Parece lógico pensar que en unos años, los hijos de estos nuevos
ciudadanos jugarán de pleno derecho en la Liga o incluso en la selección, tal y
como sucede en Holanda o Francia. Sólo hay que recordar cómo el combinado galo
campeón de Europa y del Mundo hace unos años tenía por bandera a Zidane, de
origen argelino, a Djorkaeff, armenio, o al ghanés Desailly.

Nicolae Mircea partió hace 13 años de Rumanía en tren hacia España
con un visado para Francia. Tenía 300 euros y una pequeña mochila en la que
recuerda perfectamente lo que traía: siete paquetes de chicles, un walkman,20
periódicos deportivos para leer durante el viaje, el pantalón, la camiseta y los
guantes de portero. Lo que más abultaba era la esperanza de un futuro mejor.
Atravesó Europa sin descanso y llegó a Perpiñán para cruzar la frontera a pie,
ilegalmente. Llovía. Tras largas horas, Nicolae sacó de su mochila la ropa seca
que le quedaba, el traje de portero. "Estaba tan tocado que cuando veía un
ár-bol me parecía un soldado con un arma", dice.

Nicolae es el portero de Rumanía en el Mundialito. Durante estos
años ha jugado en España en varios equipos federados de categorías Regional y
Preferente. Pero nunca ha tenido la posibilidad de competir más arriba, porque
el reglamento de la Federación le permite como máximo jugar en Tercera División.

En el 2002, Nicolae, junto a un grupo de compañeros, federó uno de
los primeros equipos compuesto íntegramente por inmigrantes: el Fútbol Club
Alba. Todos eran rumanos procedentes en su mayoría de la provincia de Alba, en
Transilvania. "Si algo en esta vida me va a pesar siempre, es no haber llegado a
jugar como profesional", dice. Cree que en su país lo habría conseguido, "pero
no hubiese tenido lo que tengo aquí: familia, casa y buenas condiciones de
vida", matiza.

Jorge Mendoça es uno de los grandes impulsores del Mundialito. Este
ex futbolista angoleño y estrella legendaria en el Atlético de Madrid y el
Barcelona en los años 60 conoce muchas historias como la de Nicolae. "Soy muy
sensible a los jóvenes que juegan a fútbol y he tenido la ocasión de constatar
que entre los inmigrantes hay chicos que ya en sus países jugaban incluso
oficialmente". Desde el inicio de la llegada masiva de inmigrantes, observó que
gran parte vive el fútbol con intensidad y encuentra en él un nexo de
identificación con la nueva socie-

dad de acogida. Se hacen seguidores del Real Madrid, mayoritario
entre las comunidades del este de Europa, o del Barça, por el que se decantan
muchos ecuatorianos, ya que el principal equipo de Guayaquil se llama también
Barcelona, y muchos africanos, que tienen en el camerunés Eto´o su bandera.

Jorge Mendoça comenzó organizando un torneo de fútbol sala entre las
embajadas. Después fundó Cosmofoot, un club en el que han tenido cabida
jugadores africanos y latinoamericanos de diversas nacionalidades y también
españoles. Su primer objetivo fue flexibilizar la prohibición de jugar a los
extranjeros en equipos federados. La iniciativa de Mendoça perseguía llegar a la
situación de países como Francia, "donde la inmigración ya estaba asentada y
había aportado muchísimo al mundo del deporte".

Su experiencia en el fútbol amateur le llevó a soñar con un
campeonato entre selecciones nacionales de distintos países compuestas por
emigrantes: el Mundialito de la Inmigración y la Solidaridad. En la pasada
edición tomaron parte Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay,
Angola, Cabo Verde, Camerún, Guinea Bissau, Marruecos, Nigeria, Polonia,
Rumanía, Suecia. El torneo estuvo apoyado y financiado por instituciones
públicas y grandes empresas. En junio llega la tercera edición, con
participantes nuevos, como Inglaterra, Argentina y Guinea Ecuatorial.

Los ecuatorianos residentes en Madrid crearon su propia liga
comunitaria hace seis años. En la actualidad, más de 60 equipos compiten entre
ellos, divididos en diferentes categorías. Raúl Nieto, capitán de la selección
de Ecuador en el Mundialito, no disimula cuando habla de la trascendencia de
esta cita: "Mentiría si digo que me preparo sólo para participar. Hay mucha
rivalidad, te das a conocer tú y tu país. Estamos locos por ganar".

En las gradas, las camisetas, bufandas y banderas nacionales
ondeadas con entusiasmo por decenas de compatriotas dejan claro cuál es la
comunidad extranjera más numerosa en Madrid. Pero Raúl cree que ha llegado el
momento de dar un salto cualitativo: "Queremos participar en la Liga Española y
abrir camino a los jóvenes valores". Esta temporada jugarán con el nombre de
Ecuador en Tercera Regional, el escalafón más bajo del fútbol federado, como
locales en el barrio madrileño de Aluche.

Sacrificio
Para la mayoría de estos apasionados del balón, la emoción de
competir es irrenunciable, aunque suponga un sacrificio importante. Hiaiti Taib
entrena dos noches a la semana al Atlético de Marruecos en un parque público:
"Físicamente, no podemos trabajar duro, porque muchos chicos están en la
construcción y se tienen que levantar al día siguiente a las seis".

Compiten durante todo el año en torneos municipales, pero no han
decidido a federarse por los gastos que ocasiona, 230 euros de ficha por cada
jugador y 150 por partido para pagar al árbitro y el alquiler del campo. Hiaiti
es también el seleccionador de Marruecos en el Mundialito, y junto a sus
jugadores protagonizó la pasada edición uno de los actos con mayor carga
emocional: una pancarta con un rotundo "No al terrorismo" ocupó durante algunos
minutos el centro del campo con Hiaiti y todo el equipo tras ella. "Tienes que
decir lo que sientes por dentro: yo condeno el terrorismo en cualquier sitio del
mundo", explica. Hiaiti no evita hablar de la preocupación que sobrevino a la
comunidad marroquí tras los atentados del 11-M: "Gracias a Dios no pasó nada y
España, especialmente el pueblo madrileño, demostró ser un país para la
convivencia".

Para algunos participantes, el Mundialito es una plataforma para
promocionarse. Gilson Delgado dos Santos, delantero de la selección de Cabo
Verde, ha sido el máximo goleador en las dos pasadas ediciones. Tras el éxito
del primer Mundialito le ofrecieron jugar en el Vallecas, y este año ha estado a
punto de ascender con el equipo a Regional Preferente.

Su gran problema es no poder acceder a ligas con más calidad. En el
fútbol profesional no existen barreras para los jugadores extranjeros, pero en
las competiciones modestas todavía quedan algunas discriminaciones. Mendoça lo
rechaza con una apelación al sentido común: "Los inmigrantes están
involucrándose en todos los aspectos de la vida en España y contribuyendo al
desarrollo del país". Cree que hay voluntad de solucionar esta cuestión y tiene
la esperanza de que pronto disfrutemos del "fútbol sin discriminaciones de
ningún tipo y veamos a jugadores inmigrantes en Tercera, Se-gunda o Primera,
donde su nivel les permita llegar".

Nigeria ha sido la gran triunfadora de la última edición del
Mundialito. La mayoría de los componentes de la selección son jóvenes entre 18 y
24 años, y muchos de ellos llevan menos de un año en España y no tienen trabajo.
Viven de la ayuda de entidades sociales y de la solidaridad de los compatriotas.
Peter Obiora, entrenador de la selección, asegura que el fútbol "es la lengua
común de Nigeria". Con sus más de 137 millones de habitantes, el país es un
puzzle de lenguas, etnias y creencias, pero cuando juega el equipo nacional "el
norte musulmán y el sur cristiano forman una unidad indisoluble", afirma.

La valoración de esta competición es unánime entre los
participantes. Nicolae se sincera y afirma que de todo su periplo futbolístico
en España, "es en este campeonato donde mejor me he podido encontrar. Somos
todos inmigrantes, puedes hablar tu idioma sin mirar hacia los lados porque
alguien te mire mal... es algo tremendo". Para los inmigrantes, la integración
tiene una acepción que no recoge la Real Academia Española: la oportunidad.

En la mente de todos está la futura presencia de sus hijos en los
grandes equipos de la Liga Española. Mendoça no tiene ninguna duda: "En el plazo
de diez años, la selección española va a tener varios jugadores de origen
extranjero: africanos y latinoamericanos".

LA VANGUARDIA DIGITAL
JAVIER MAESTRO, MIKEL LUIS RODRÍGUEZ - 27/03/2005

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